“The empowerment comes
from playfulness. Play is an essential apparatus in the artist’s toolbox” (Nathan Sawaya)
The
art of the Brick. DC Super heroes, by Nathan
Sawaya. En el Fernán Gómez Centro
Cultural de la Villa. Una divertidísima exhibición de figuras con piezas de LEGO© que ha
llegado a Madrid y se quedará hasta el día 5 de febrero de 2017. “Es un honor
reinventar esos personajes e historias tan influyentes de una nueva forma, a mi
manera”, explica el artista americano.
Precios: desde 6€ (los lunes, tarifa única),
hasta los 12€ (tarifa general de adulto los fines de semana), aunque ofrecen descuentos.
Horarios amplios: de 10 a 21 hs. (los sábados hasta las 22hs).
Exposición
lógicamente figurativa que fascina a pequeños y mayores. A los primeros
porque las figuras de héroes en grandes dimensiones no les dejarán indiferentes
y, a los segundos, porque el poder del “ladrillo” de LEGO© atraerá la vista y esa
infantil curiosidad por conocer “cómo” se han creado las obras, o investigar “cómo”
están terminadas por dentro (en la figura “Cyborg” hay una reflexión del autor en este
sentido).
Si lo que os atrae es conseguir fotos llamativas,
tenéis un escenario interesante. Si lo vuestro (como los niños) es contar
piezas y recuperar datos, en cada obra tenéis los detalles para hacer la suma de
las utilizadas para esta muestra (se lleva la palma el Batmóvil, con 480.010
bricks): os sorprenderá el total.
El ambiente invita a dejarte llevar por esa
atmósfera oscura, por un recorrido ambientado en el mundo del cómic y los súper
héroes, donde caben recreaciones de Gotham
City, hasta terminar en el mismísimo hogar de Batman que aguarda con su
apreciado Batmóvil, pero también calaveras floreadas o padmasanas, dianas, ciborgs….
Contrasta la intensidad de la oscuridad con lo colorido de las figuras, y la
composición tan dinámica de las salas, tremendamente recreativa (es por lo que
este autor genera seguidores allá donde va, cautivando a cualquier tipo de
público y rango de edad).
La razón, me parece, es fácil: porque hace años dejamos de jugar e
imaginar, de manera que cuando alguien nos obliga a remedar nuestros recuerdos
más felices y olvidados, la niñez, nos vuelve a enamorar.