Para las madres trabajadoras que quizás en
ocasiones nos hemos culpabilizado por no poder dedicar todo el tiempo que
quisiéramos a nuestros hijos. ¡Hay esperanza!.... y un estudio de americano nos
lo confirma.
Comparto este artículo
de la Harvard Business School Gazette. Se ha publicado el texto completo de
un estudio iniciado en 2015 sobre los efectos en los hijos de tener una madre
que trabaja. Parece que las consecuencias, lejos de ser negativas, han dado
como resultado que los hijos e hijas de madres trabajadoras incluso fomentan,
según las conclusiones del estudio, la concepción de mayor igualdad de género
(en el caso de los varones) y de una
Si bien EEUU se
caracteriza por un deseo casi insano por hacer estudios, estadísticas y
valoraciones de cualquier cosa que se les ponga por delante, sin valorar la
existencia de un verdadero interés
social o científico, también es cierto que nos ofrece gran cantidad de material
de gran valor para indagar sobre cualquier materia. Este es un ejemplo.
Parece que las hijas de madres que trabajan son más felices, sus ingresos medios son mayores, consiguen mejores
puestos de trabajo y llegarán a categorías más altas que impliquen mayores labores
de supervisión. Esto hará que el sentimiento de culpa disminuya en nosotras. La
experiencia de una madre trabajadora que transmite a sus hijas está íntimamente
relacionada con el desarrollo profesional de éstas. La impronta personal
también es significativa: las hijas constatarán que trabajar es compatible con
ser madre, no solo eso, que las madres son capaces de gestionar muchas más
tareas que las que se quedan en casa y, además, hacerlo muy bien.
Afirma el artículo que los hijos son
influenciados de manera distinta a las hijas cuando sus madres trabajan. Los
primeros mantendrían una actitud de género más igualitaria, tanto en el lugar
de trabajo como en las relaciones familiares y el hogar. Nada más leerlo me
acordé de una anécdota que, asi bien no pasa de ser una simple muestra, es significativa
y ahonda en la misma línea. Llevando a mis hijos y un amigo a un entrenamiento,
escuché cómo el último hablaba distendidamente con el mío diciéndole que, en
su casa, su madre era como la “chica” (en el sentido de cuidadora del hogar) que
tenían en casa, que para eso estaba y no trabajaba. El hijo, según escuché, decía a su madre que tenía que hacer, comprarle o prepararle y ella,
incuestionablemente, se lo hacía, compraba o preparaba. Entendía por tanto que aquéllo era una especie de derecho natural adquirido por el nacimiento y una obligación (absolutamente normal) derivada de la condición de madre no trabajadora. ¡Increíble! Mi indignación no salió de mi fuero interno, aunque ganas de intervenir no me faltaron. Pensé que este amiguito
muy probablemente elegiría a una mujer "espejo" a su madre, por lo que el patrón de
desigualdad se repetiría en su caso. El informe al que me refiero aquí me lo
confirma hoy con datos.
Ya por último -y por si os sirve de ayuda-,
tened en cuenta siempre que, mientras los niños están en el colegio o en la
guardería, les da exactamente igual que sus madres se queden en cocinando una apetitosa
tortilla de patatas o que estén frente a un ordenador en una oficina. Para
ellos es neutral. Enfocadlo de esta manera y os sentiréis más liberadas.