El exceso de información dificulta el conocimiento.
Así de contundente lo explica Gregorio Luri en una elocuente entrevista. “La
atención será el cociente intelectual del futuro”. ¿Por qué? Porque la
información ya no tiene valor en la actualidad, está al alcance de
prácticamente todo el mundo y en cantidades ingentes. Lo significativo será,
por tanto, en un futuro, saber seleccionar, y enseñarlo a las generaciones
venideras, y a nuestros hijos. Y, sigue Luri, para una correcta selección en la
sociedad de la información la habilidad básica (y nueva) que necesitaremos es
la de la concentración, la de la no distracción. Sólo así podremos escoger una selecta
información (no podemos acoger todo lo que se escribe en internet y redes
sociales), de fuentes apropiadas y fiables.
Este vídeo señala que, en la sociedad de la
información actual (y mucho más en el futuro por venir) donde cada vez más
número de datos engrosan cualquier materia que se nos ocurra, quienes no operen
con una “capacidad atencional”, dice, bien desarrollada morirán exhaustos. Aunque
“la información se transforma en conocimiento”, la desmedida información
destruye a quienes no estén acostumbrados a concentrarse y poner atención ante
el marasmo de reseñas, noticias, escritos, etc. que nos rodea.
Nos ocurre a todos, de hecho está siendo un
problema en empresas y empleados. Los cursos sobre
mindfulness se imparten cada vez con más frecuencia dentro de las
organizaciones que han visto cómo la productividad de los trabajadores ha
decaído considerablemente en los últimos años. La atención se ha convertido en
un valor (capacidad) esencial, absolutamente indispensable en tiempos en los
que los empleados deambulan y “saltan” de un mail a un whatsapp, trabajan,
twittean, cuelgan una foto en Instagram o dan likes en otra, vuelven al
trabajo, …. vamos que no se centran.
Nuestra mente es antojadiza y descentrada si
la dejamos andar a sus anchas. El problema es que actualmente nos enfrentamos a
un exceso informativo y de aplicaciones online. Los métodos para poderla atraer
de nuevo a la tarea presente y terminarla sin mayor demora son, en cambio, muy
muy antiguos. Se llama meditación (en los términos clásicos del yoga) o
mindfulness (el mismo asunto en versión inglesa siempre se vende mejor, en fin).
Las reglas de la meditación más básicas son
(parecen) sencillas y algunas de ellas tienen que ver con la concentración. Se
trata de acostumbrar a nuestro cerebro a retornar a lo presente. Se estima que
nuestro cerebro produce unos 50.000 pensamientos al día, y es que es el órgano
que se encarga de “pensar”, cierto. Pero la capacidad de retornar al trabajo,
por ejemplo, que tengo entre manos, al momento presente, se debe entrenar, y esto
será crucial a partir de ahora. De lo contrario, nos vemos inmersos en un
continuo y enloquecido pensar que nos lleva.
En definitiva,
nuestro cerebro procesa un pensamiento detrás del otro (es su obligación),
podemos irnos con esos pensamientos (sin enterarnos siquiera que estamos siendo
pensados) o saber volver al “ahora”. Nuestra habilidad para volver a lo
inmediato se puede adiestrar, con técnicas de meditación. Enseñemos a nuestros hijos
desde pequeños a tener esa habilidad de regreso al presente, la capacidad
de atención plena.
Otra derivada profesional (colateral) de este
tema es, precisamente el derecho
a que los empleados puedan desconectar de sus mails y móviles en vacaciones o
después de terminar sus jornadas laborales. Pero esto se merece otro post.