Dónde: Espacio Fundación Telefónica. Gratuito. Del 8 de
junio al 22 de septiembre.
Fui para participar en una de las trece experiencias de realidad
extendida de la Fundación Telefónica sin éxito alguno (había un lleno total,
imposible la entrada para esa tarde) Y terminé por azar en la exposición de “WILLIAM
KLEIN. MANIFIESTO”, en ese mismo edificio, para mi asombro por la maravillosa
sorpresa de los trabajos de este fotógrafo. Autor del libro Life
is Good and Good for You in New York: Trance Witness Rebels
(1956), de series de fotografías, director de cine, pintor (algunas
obras transformadas con acrílicos y cartelería también se han traído).
Te acoge un primer espacio amplio, seccionado por unos
vibrantes paneles giratorios que dividen una breve introducción a su obra de lo
que fueron sus primeros pasos creativos de investigación sobre la luz y la
sombra. Muy sugerentes sus abstracciones en B/N de bolas rodando, cuadrados
difusos, los juegos de las bombillas en la noche del espectáculo neoyorkino.
Él, por entonces, sólo era un veinteañero.
De inmediato la sensación del espectador cambia
radicalmente. Ahora, en la siguiente sala, compartimos la visión de un Klein de
fotografía callejera, de acercarse tanto al personaje que a veces se le
vislumbran los poros, de series de Moscú, Tokio y -por supuesto- N.Y. (ahora
estamos acariciando los años 50 y principios de los 60). Klein sale a la calle
entusiasmado y curioso a retratar al hombre, con su gran angular que deforma a
cualquier ser humano que se pone ante su lente. Crea un lenguaje intrusivo del
bullicio, la risa cotidiana, las escenas comunes, de la gente que se le acerca y
le hace una mueca, o le saluda, mientras el obturador se cierra y ellos
quedarán vivos como memoria urbana para siempre.
Y de esas fotografías exuberantes, frenéticas, llenas de
ritmo trepidante, frenamos dando paso a una mirada más sosegada. Al final,
Klein experimenta con el cine, se adentra en la vida sofisticada de la mujer
modelo. Crea iconos. Pero no deja de hablarnos del backstage de ese mundo a
veces grotesco para él, reivindica la dureza de esta profesión, la de la
pasarela, de la estandarización física de las maniquíes, de estereotipos ajenos
a la realidad. Pero también sus fotografías de mujeres altísimas, guapísimas,
ajenas al mundo y a cualquier conversación…. Divas de la pasarela y las
portadas para cualquier Vogue….
Disfrutadla.