El Museo Nacional
Thyssen-Bornemisza acoge hasta este domingo 26 de mayo la exposición de
este pintor del que tanto se ha escrito. No dejan indiferentes muchos de los 47
cuadros que tiene la exposición, ha sido criticado y admirado por la ambigüedad
de sus propuestas. Él lo quería así. Su gato y alter ego en muchos de ellos invita,
cuando menos, a la elucubración, ¿no os lo preguntáis, por ejemplo, con el
cuadro “Thérèse soñando”?
Un
recorrido cronológico de su vida que se inicia con sus obras más esencialmente arquitectónicas
y teatrales, cuando Balthus iba buscando (y encontrando) su propio universo
interpretativo de las escenas de la vida y que finaliza con un video explicativo (en este vínculo lo
tenéis también sin necesidad de ir a la exposición) del cuadro “La partida de
Naipes” de la colección del museo.
Erotismo,
transgresión, sensualidad, en un estilo puramente figurativo, pero con sus
propios cánones. Alcahuetas que se cuelan (y que molestan la mirada del espectador)
en los cuadros, queriendo ver, fisgando, con rostros andróginos (“Muchacha ante
el espejo”), curioso, ¿inducido?. En la elaboración de sus obras se inspiraba
en los cuentos infantiles (mucho en Alicia
en el País de las Maravillas y en Pedro
Melenas), siendo sus figuras una congelación del tempo (muchas de las
niñas/adolescentes nos muestran sus ensimismamientos). Nos hace vibrar y nos remueve
entrañas o sentimientos que, por otra parte, son difíciles de expresar, nos dan
vergüenza y apuro, pero que están desde que la humanidad es tal. Sin embargo, parece que la opinión del propio
Balthus es bien diferente: “Se ha dicho que mis niñas desvestidas son eróticas.
Nunca pinté con esa intención, que las habría convertido en anecdóticas.
Superfluas. Porque yo pretendía justamente lo contrario, rodearlas de áurea de
silencio y profundidad” (cito a Masdearte.com en este link).
Polifacético,
comentado, longevo (muere con 92 años) y ritualista. Él rezaba antes de
adentrarse con un cuadro, era creyente y la pintura una manera de llegar a Dios.
También se aislaba de todo y de todos, reclamaba silencio y que no se le
molestara. Pero Balthus no es únicamente esto. Es un artesano, hasta elaboraba
sus propios pigmentos y pinturas. También es la reminiscencia de Piero della
Francesca, de Caravaggio, entre otros. “Vivió la hecatombe demográfica y
social, la crisis de los valores occidentales, el descrédito del positivismo
decimonónico y de los regímenes políticos vigentes, de la ciencia, la filosofía
y la vanguardia, porque muchos de sus miembros habían aplaudido el conflicto
bélico” (como
dice Juan Ángel López-Manzanares, comisario).
¡¡Quedan pocos días si todavía no habéis tenido la
oportunidad de ir!!