¿Cuándo?: del 8 febrero al 6 mayo
Horario: Laborables y festivos: 11:00 – 20:00 hs.;
Miércoles: hasta las 15:00.
Se exponen todos los carteles del artista
(33) del artista, junto con otros hasta sumar 65 de autores coetáneos (Alphonse
Mucha, Jules Cheret, entre otros). Proceden dela colección completa que posee
el Museo de Ixelles (en Bélgica).
La intención del comisariado es clara:
adentrar al espectador en la algarabía del espectáculo. El ambiento lúdico y
colorido de la exposición envuelve al visitante y le predispone a disfrutar. Para
el autor los carteles, una forma de expresión nueva en el mundo del s.XIX,
también son productos que merecen la misma importancia que otra obra y a los
que dedica especial esmero. Le da un enfoque diferente al de la pintura al uso,
dibujando escenas callejeras, dinámicas y ligeras. Toulouse Lautrec revoluciona
la pintura en un sentido: la relación del artista con la modelo ya no es el de
la musa y un ser superior, el pintor, que la inmortalizará, sino que adquiere
una dimensión cercana, donde tanto pintor como modelo se unen en una relación
íntima, que hace emanar cuadros de índole totalmente intimista.
Para abrir boca nos encontramos con la famosa
Jane Avril, más conocida por ser la protagonista artística indiscutible de la
época y que lanzó a la fama al maestro (la clientela hacía cola para verla bailar
en el Moulin Rouge). Por supuesto, no podían faltar Aristide Bruant y La Goulue
con sus celebérrimos cancanes.
La sala más interesante quizás por sus
historias curiosas es la segunda. Obras para publicitarias para revistas
literarias o libros). Nos cuentan sus carteles historias como la de “Napoleón”
que, tras no ser seleccionado ganador por el jurado, TL mandó editar 100 copias
y distribuirlas. O la del “Ahorcado” (litografía para una novela encargada por
el diario La Dépêche) absolutamente dramática, iluminada por una vela para dar
más extrañeza a la escena) y “La Castellana” (“El Augurio”), tramas funestas
que se plasman en estos encargos sin color, claroscuros intensos y fúnebres. Otra
litografía (“Babilonia alemana”) contiene la figura caracterizada del Kaiser
Guillermo II que la “cuela” como guardia raso que vigila el desfile de
caballería ante sus ojos risueños. Le valió un enfado monumental de la embajada
alemana.
Para terminar, la sala abovedada de la
Fundación nos sugiere una hilera de nuevos productos que se empezaron a
comercializar (polvos de arroz para el cutis de las señoras, leche tratada,
cremas corporales). Nos cuenta el inicio
del ciclismo como tal debido a los avances técnicos en los materiales de las
bicicletas, la aparición del confeti tal y como lo conocemos hoy en día (papelitos
de colores redondos en lugar de las bolas de yeso coloreadas que, hasta su
prohibición en 1892, eran las que se utilizaban para festejar. O los nuevos
oficios, como el del decorador de interiores (cuando el art nouveau arrastraba cada vez más
adeptos).
El último cartel (o primero), una “Jane
Avril” contorsionada o acogiendo sin tapujos una serpiente que la rodea sinuosa
(de 1899) nos desvela cuáles podrían haber sido la nueva concepción estilística
del pintor, retorciendo las líneas, truncada por su muerte dos años después.