La Fundación el Canal abrió hace unos días
sus puertas con una exposición sobre la muñeca Barbie “Más allá de la muñeca”.
Estará hasta el 2 de mayo. Entrada gratuita.
De 11 a 20 hs. laborables y festivos y miércoles de 11 a 15hs.
Salas y corredores engalanados de rosa, casi
reivindicando un espacio único para féminas, aunque también hace su presencia (exigua,
hay que decir) Ken. 440 muestras de estas muñecas que, desde 1959 y junto con
la competidora Nancy (más actual esta última, del 68), hicieron las delicias de
niñas y mujercitas, y –a lo largo de los años- de coleccionistas y diseñadores
de moda. Porque este objeto de deseo también se ha abierto camino como icono de
moda (¿serán sus larguísimas piernas delgadas las que subyugaron a modistos
famosos?..... nada que ver, por cierto, con las más rechonchitas y bonachonas de
la amable Nancy de Famosa).
Parece que el animus exponendi de la muestra
es superar las fronteras de la Barbie como referencia de género, esto es, una
muñeca para niñas que solo ha sido eso, un símbolo para este sexo. (“Barbie revolucionó los patrones de juegos
de las niñas y durante casi sesenta años les ha inspirado valores igualdad de
género, de autosuperación, de integración racial y cultural, de respeto por la
diversidad, familiares, de apreciación de la cultura…. y todo ello sin dejar de
lado su condición de muñeca juguete, de referente de la moda y de baluarte de
la feminidad”).
Sin estar del todo de acuerdo con tan
exacerbada exaltación de las bondades aspiracionales de una muñeca que es, ante
todo, eso: una muñeca, inspirada y propuesta para ellas, no es menos cierto que
la icónica figurita (risueña, esbelta, pizpireta) ha logrado un hito épico
casi, ¡que hasta Warhol la pintara! Y que los mejores modistos del planeta se
animaran (¿o sucumbieran a sus encantos?) a ponerla de tiros largos con modelos
de collection privée. Hay que
reconocerle el mérito, sin duda.
Esta exposición, para ir con niños (unos y
otras, si se animan, porque es muy agradable y divertida) muestra claramente una
narración histórica (que no historicista) de los cambios de la moda a través de
estas piezas (de las primeras de los años 50 hasta la actualidad). Anuncian en
el recinto que esta exposición muestra los cambios sociales aunque, me temo,
que no es para tanto.
Descubrimos también las casas de la “ferolítica”
familia rica compuesta por el abnegado Ken y los hijos de la pareja, incluyendo
los chalets más modernos y el piso años cincuenta con paredes de cartón y a
todo color. O bien los barcos, coches, vestidores de ensueño, y una sección
multicultural de Barbies en el mundo, donde nos deleitan con un desfile de tornasolados
atuendos de nacionalidades de los cinco continentes (por un momento también
recordé las entrañables colecciones de “Barriguitas” de todos los tipos… ¡qué
tiempos los de la niñez!). Por no hablar de las Barbies azafatas, o las de las
Fuerzas Armadas. En contadas ocasiones se hacen acompañar de su Ken aviador o
piloto, también con la indumentaria propia de la vitrina. No os desvelo el
placer de la última sala abovedada ¡toda una sorpresa!.
Merece la pena para una mañana de domingo,
con aperitivo incluido en la ruta.