Mapfre
nos ha propuesto hasta el 5 de mayo un paseo por el nuevo lenguaje de los artistas rusos desde
principios de siglo pasado y los años treinta, que tan fructífero sería y tanta
expansión reconocería teniendo en cuenta que la Revolución rusa de 1917 les marcaría a todos ellos en la diseminación de un nuevo
lenguaje libre y en la utopía de un mundo mejor resultado de la revolución.
Un
período muy fértil donde los artistas antiacademicistas y transgresores bien
conocidos trascendieron la versión ortodoxa al uso de las artes para dar a luz
renovadas ideas de lo que entenderían ellos como modernidad, que también se
habían larvado en París y Berlín. Escultores, pintores, poetas, escritores y
editores se unieron a una cosmovisión que, llegados los años 30 (momento en el
que cierra la exposición), acabaría por emigrar (como lo hicieron muchos) por
la desilusión de ver cómo los ideales revolucionarios tornaban al totalitarismo
más absoluto.
A todos
nos viene en seguida a la mente nombres como los del título de la exposición,
Ródchenko, Kandinsky y su prosa tan especial, Malevich y su eterno campesinado.
O propuestas reconocibles como el suprematismo y su pura pureza, el
constructivismo o el futurismo.
Sin
embargo quiero destacar el papel que las mujeres artistas representan en la
muestra. Son abundantes su obras. La
directora cultural de la Fundación así lo señala. En esta corriente
artística consolidada también hay mujeres artistas, trabajando al mismo nivel y
ahínco que los hombres. Algunos ejemplos: obras de Alexandra Exter, Natalia
Goncharoura, Stepánova, Popova representando el cobofuturismo (esa suerte de
ensamblaje perfecto de la disección cubista de la figura y los planos urbanos,
las nuevas novedades que trae la ciudad moderna).
También
ellas fueron protagonistas del movimiento cultural ruso. También ellas soñaron en
la terapeútica de revolución, que posibilitaría el nacimiento indubitado de una
sociedad nueva, abierta a los estímulos iniciados en Europa, independiente a
las críticas falsas, una Rusia moderna y más igualitaria.
Pero
aún hay más, porque se han traído no solo obras pictóricas, sino también piezas
escultóricas, libros de artista maravillosos, diseño gráfico y algunos poemas.
No falta de nada para llevarnos una certera impresión de aquellos años de la
Rusia imperial antes y post revolucionarios germen de las vanguardias.
Queda poco más de dos semanas para la clausura de la exposición, aún estáis a tiempo de disfrutarla en estos días de Semana Santa si tenéis tiempo y ganas.