martes, 25 de abril de 2017

RETORNO A LA BELLEZA. OBRAS MAESTRAS DEL ARTE ITALIANO DE ENTREGUERRAS.




Es la exposición que nos ofrece, hasta el 4 de junio de este año la Fundación Mapfre en Madrid.

El que se conoció como grupo del Novecento implantó una nueva concepción de la expresión artística durante los años 20/30, si bien no fue únicamente italiano. Fue un arte internacional, con manifestaciones en Europa (Alemania es quizás la más conocida) y en EEUU. Lo que se conoció como la “vuelta al orden” (expresión usada por primera vez por Jean Cocteau), también se le ha llamado “realismo mágico” o “Valori Plastici”. Un retorno a los orígenes, a los oficios, a lo real (que esos años se consideró reaccionario y las críticas les llovieron) a las representaciones de síntesis, de la Naturaleza, los cuerpos o los objetos, con un aire de misticismo (realismo mágico) inconfundible que los define.

Presume la primera sala de varios De Chirico genuinos, metafísicos, de memorias arquitectónicas atemporales. Comparte espacio con su hermano Andrea en un diálogo presupuesto. El “Enigma della partenza” nos recuerda a su otro “Enigma de un día”, con sus arcadas y estatuas solitarias. Los signos descontextualizados de “El lenguaje del niño” evocan nuevos significados. SU “Melancolía hermética” también nos trae a la memoria “La canción de Amor”. En todos, la vuelta a la geometría, con un tiempo detenido, parado cualquier movimiento, que nos resultan extrañas (en línea con las ideas de la fundadora del Novecento, la crítica de arte Margherita Sarfatti).

En la Sala “Evocaciones de lo Antiguo” podemos entender una de las líneas maestras de este nuevo movimiento de entreguerras. Formado por pintores de distintas formaciones, se ejecutaban obras con tintes de construcción, con ruinas clásicas muy  presentes (“Leçon de musique” y “L’equilibriste”) dotando de gran simbolismo a los cuadros (muchos de ellos de gran formato). Los capiteles griegos, los pliegues de ropajes acartonados, colores sin mezcla, trazos sencillos y formas puras que contrastan con la monumentalidad de las figuras. Las miradas ausentes de los protagonistas nos transportan a un mundo imaginario, simbólico, de metáfora de un tiempo pasado, muy querido por este movimiento.

En “Desnudos” hay un bello cuadro “L’idolo del prisma”, apresado por su autor de una muñeca que vió un día en un escaparate. Contemplaremos un perturbador “Primo denaro” (C. di San Pietro) reivindicativo de abusos sociales y degradantes de la clase media italiana. Un desnudo despiadado, convulso, azul y desgarradoramente frío.

La sección “Paisajes” nos muestra a un Donghi (“Via del Lavatore” muy hopperiano, urbano y vacío. Unos edificios que, pese a estar repletos de transeúntes, son anónimos. Contrastan las obras crepusculares de la pared izquierda con los cuadros grises de la pared derecha (la mayoría de Sironi).

Regreso a la figura” nos quiere enseñar la importancia para este movimiento del regreso al moderno clasicismo (el negro de vestidos y el damasquinado de los suelos nos recuerdan inmediatamente la modernidad frente al clasicismo). Con dimensiones atemporales de retratos de amigos, familiares, mecenas, de gran solemnidad, entronizadas, facciones y extremidades alargadas, angulosas, de tonos grises, o bien monocromáticos (rotos por un color, como en “Le amiche” de Malerba).

Las obras “Donne per le scale”, “Malabarista” y “Giovinetta” nos revelan el ‘realismo mágico’ del Novecento. No es otra cosa que plasmar una atmósfera de mitología y figuraciones en escenas cotidianas. Lo diario se convierte, entonces, en algo inexplicable y, por tanto, mágico. Composiciones a priori absurdas (como las de estos cuadros) resaltan la inverosimilitud, produciendo escenas extrañas, como fantásticas. No hay encuadres fotográficos, sino metafísicos, de connotación psicológica.

El propio De Chirico lo entendía de esta manera, ante una escena cotidiana hay dos ángulos desde la que se observa …. “sin embargo, la escena no habría cambiado, soy yo quien la vería desde otro ángulo. He aquí el aspecto metafísico de las cosas, deduciendo podemos concluir que cualquier cosa tiene dos aspectos: uno corriente, el que vemos casi siempre y el que ven los hombres en general, y el otro, lo espectral y metafísico que solo pocos individuos pueden ver” (Realismo mágico y postexpresionismo, 1925). La Luz suave de los cuadros atribuyen una percepción romántica que impregna las obras.

El final de la exposición “Las edades de la vida”, transmite la idea del tiempo detenido. En realidad, fueron temáticas que se trataron: maternidad, infancia, senectud, pero con un contenido alegórico propio de estos artistas. Es la vuelta al orden y el teatro de la vida en su vertiente espiritual y silenciosa. “La partenza” (di San Pietro) conmueve por el realismo de la escena, la tristeza de sus protagonistas y el misticismo intimista del entorno (su autor estaba ya enfermo y pasaba largas temporadas aislado en la sierra véneta). La “Famiglia sulla spiaggia (Rosario)” mira al cielo, mientras que la senectud lo evita y dirige su mirada a un lado.

A partir de 1928 el grupo se vuelve más abierto, genérico, sin un itinerario programado, reuniendo a todo el arte italiano existente, hasta que finalmente se disuelve quedando puramente en un conjunto de amistades personales.

Una exposición de atributos que centra la técnica y dibuja las características de un movimiento importante y de expansión internacional que impregnó el arte de entreguerras italiano. Interesante.